Probablemente uno de los restaurantes más creativos de la plaza, desde la decoración del local, el diseño de los menús y por su puesto, la comida. Eramos 4, todos pedimos entradas y platos fuertes y compartimos 2 postres; todo, sin excepción, estuvo exquisito. Las porciones comedidas y los platos decorados con un gusto excepcional. Parafraseando a un tío, no sabía si comerme la comida o colgar el plato en la pared. El servicio eficiente y cortés y la decoración moderna y cálida. Lo único negativo es que se les quedó chico el lugar; demasiadas mesas y demasiada gente para el tamaño del salón. Dicho lo anterior, se nota que invirtieron en la acústica del lugar porque aunque estaba totalmente lleno, no había bulla. Lo recomiendo sin reserva!
