Habiamos hecho reserva para comer en una mesa adentro con aire acondicionado, cuando llegamos no nos tenian la mesa disponible, esperamos 30min aprox en los que nos trajeron bebidas y 3 platos de picadas de cortesia. Finally nos consiguieron una mesa afuera pero el servicio por parte del mesero al momento de tomar el pedido fue tan malo que pedimos cambiarnos a otra mesa que se habia recien desocupado adentro. Al final nos atendio otra joven y la comida estuvo buena y logramos terminar de pasarla bien. Btw. Mari la de recepcion nos ayudo monton, fue muy atenta y amable en todo momento.
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Platos recomendados
Calificar el restaurante (recibe 20 puntos)
Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
Excelente lugar!.. El ambiente muy hogareño. Me gusto el tema de que era una casa/ rest. La comida divina muy saborida y esquisitos plato en combination con sus presentacion. Bebidas muy deliciously buenos cocteles. Lo recomiendo Al 100%
Las “entradas” (mas bien picadas) que pedimos fueron dumplings y empanaditas, que no eran más interesantes que las que ofrecen en cualquier otro restaurant e incluso en los supermercados y delis. El menú es creativo y diferente en los platos fuertes. Ahí si se lucen. . . con excepciones. Pedimos Mongolian beef, costillas en salsa de cerveza y arroz negro con conchuelas. Las conchuelas no estaban presentes en el plato. Algunos de los platos vienen servidos sobre pizarras negras de distintas formas (un Mongolian steak sobre pizarra rectangular y el otro sobre una cuadrada) y algunos vienen servidos en loza mientras que otro en una cazuela metálica. Además de nada de original ya que las dichosas pizarras ya se ven hasta en la Arrocha, no se logra una mesa de aspecto organizado y coordinado. Más bien parece arreglada con lo que estaba a la mano. Para los postres pedimos el consabido y trillado tres leches, presente en la mayoría de los restaurantes equivalentes de Panama y un pie de limón que prometía ser diferente, a estilo exclusivo de Maito. Una bola de merengue de color verde artificial debido al horrible colorante que le agregaron rellena con sorbeto de limón. El ambiente es ruidoso e incómodo. Corrientes de aire y una sensación de agitación en el ambiente prevalecen, aumentada por el servicio apresurado de los meseros que corren de un lado a otro como atendiendo una cafetería de aeropuerto. No concuerda con el ambiente que se espera de una noche de “fine dining”. Nos falta mucho todavía para llegará los estándares de Lima, Mexico, Nueva York, Tokyo o Paris. Pero en los precios ya estamos a la par. Mientras los clientes que opinan en esta plataforma sigan regalando sus “wow” de admiración a la mediocridad no llegaremos a estándares verdaderamente cosmopolitas que es lo que nos están cobrando en cada pasada de tarjeta.
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