Excelente restaurante dentro del Sofitel en el Casco Viejo de Panamá. Comida muy buena con servicio a la altura y ambiente parisino muy agradable !!! lo recomiendo altamente !!!
Platos recomendados
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Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
Comida gourmet. no es para ir con hambre sino para degustar. Todo estuvo muy bien. Recomendado para almorzar o cenar.
El restaurante es muy lindo, con una decoración al estilo del hotel y el casco antiguo de la ciudad. La atención es de primera, los meseros muy atentos y amables. La comida es una exquisitez! El cochinillo con puré de otoe, delicioso. No probamos otras entradas porque todos en la mesa ibamos con recomendaciones de probar este plato. Los platos fuertes, deliciosos todos. Es un éxito cuando en una mesa de 7 personas todos encuentran que su plato estuvo delicioso! Probamos El Mero, La corvina (sustituyendo el pargo del menú), y los raviolis de espinaca. Probamos tambien 2 postres. La esfera de chocolate rellena de mousse de chocolate y frutos rojos, estaba riquísima. Definitivamente volveré porque la experiencia fue muy pero muy buena.
Organizamos una cena en la sala privada en Caleta y toda la comida era maravillosa. Comenzamos con un refrescante cóctel de bienvenida de Prosecco y maracuya con bocadillos de mozzarella frita (que era perfectamente crujiente y no grasosa en absoluto) y mini tacos de cerdo desmenuzado. Entre nuestro grupo probamos una variedad de platos. Para empezar pedimos tartar de res, centollo, cobia acevichada, kampachi marinado y berenjena frita. Para los platos principales pedimos cordero, cochinillo, pulpo y corvina en arcilla; todos eran deliciosos: Frescos, perfectamente cocinados (con combinaciones innovadoras de ingredientes) y muy bien presentados. Las salsas eran algo que se destacaba en una serie de platos; agregaban riqueza y realzaban los sabores. Caleta también sobresalió en la presentación - por ejemplo usando la cáscara de cangrejo como un plato y incrustando la corvina y rompiéndola con un pequeño martillo al servir. Los postres eran también una obra de arte. Es difícil notar la diferencia entre la cáscara de cacao hecha de chocolate y la vaina de cacao real, y el tuile en la pavlova estaba bellamente adornado. El servicio fue bueno y fue muy agradable tener la oportunidad de charlar con el chef Lorenzo, quien nos recibió al comienzo de la noche. La sala privada es un espacio muy bonito, bastante espacioso y tranquilo.
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