Este restaurant es un verdadera joya. Sus dueños llegaron a Panamá hace 4 años y decidieron abrir el restaurant en la vía al Valle de Anton. Comida de Toscana. Varían las entradas de acuerdo alas disponibilidades. En pastas los gnocchi al ragú (de cerdo en mi caso) exquisitos. Lagostinos y langosta traídos de SanBlas excelentes. Vinos de Toscana a buen precio. Altamente recomendable, cuando se va a las playas, ir a almorzar a Casa Florencia bien vale la pena
Platos recomendados
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Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
Definitivo una de las mejores opciones si quieres probar comida italiana auténtica. Cabe señalar que no tiene nada que ver con la comida italiana que generalmente estamos acostumbrados. Como buena comida italiana es todo preparado sin mucha salsa, con el sabor concentrado de los condimentos, con la carne preparada previamente y cocinada en su propio caldo. La relación precio vs calidad es la justa cuando comprendes el trabajo que hay detrás de la preparación de cada plato. Probamos la lasagna y una pasta larga ragú y quedamos encantados, pero lo mejor fue el postre, una torta de chocolate con mascarpone hecha a base de cocoa panameña. Y casi olvido mencionar que te reciben con un proseco y una entrada antipasto tan deliciosa, que me sentí mal de que fuera gratis. Es un toque encantador cuando alguien te regala parte de su arduo trabajo.
Una opción diferente en El Valle, nunca imagine que sería tan rico, la atención es muy buena, te explican los platos, tienen variedad, los ingredientes se sienten muy frescos, recomiendo la lasagna de carne, los platos tienen buen tamaño, dan de cortesia una entrada y bebida, me parece un lugar muy completo.
Primera vez que ordenamos de este restaurante y no nos decepcionó. Recomiendo la burrata, el pan de la casa, el gnocchi, y el tiramisu. La atención del Sr. Stefano (el dueño) fue excepcional. Definitivamente volveremos.
Hacía más de un año que no íbamos a un lugar donde nos hacían sentir tan bien. Llegamos antes de la hora de apertura, sin embargo la dueña nos recibió con una gran sonrisa y amabilidad espectacular. Luego de ubicarnos en un ranchito fresco y cómodo, el dueño nos trajo de cortesía copas de vino blanco para los adultos y jugo de piña para los niños. El chef nos envió de cortesía unos canapés con vegetales salteados, deliciosos. Comimos lasagna, la mejor de Panamá: pasta casera, punto exacto de salsa, queso y carne de película. Gnocci con gorgonzola y puerro, esponjosos y fresquísimos. Cerveza italiana fría y tiramisú real, el único que he probado italiano puro en este país. Estamos mucho más que satisfechos con la calidad de la comida, el tamaño de las porciones, la atención y los precios. Definitivamente, vale la pena volver y volver y volver...
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