Una vieja casa de San Francisco acomoda dos áreas comedor para este restaurante, una interior con sus mesas bastante cómodas y una terraza que puede ser muy agradable para una noche fresca en la ciudad, de entrada pedimos unos camarones al ajillo y unas arepitas, sin pena ni gloria; los camarones no estaba enteros sino q picados y la salsa al ajillo estaba tan diluida q la verdad no tenía sabor a nada, las arepas exis. De plato fuerte ordenamos la parrilla mixta que trae carne chorizo y pollo y estuvo bien, desafortunadamente no logran controlar el término de la carne q viene servida en una cazuela de hierro caliente. El servicio es bueno sin embargo llega al punto de ser molesto la premura con q se acercan q conocer si ya has decidido que vas a ordenar para plato fuerte, en fin. Debut y despedida.
