Visité el restaurante en compañía de un familiar y ambos quedamos gratamente sorprendidos por la atención y la calidad de los platillos. Optamos por una selección de mariscos que incluía langosta mac & cheese, langosta al ajillo con patacones y croquetas de cangrejo.
El langosta mac & cheese fue, sin duda, la estrella de la noche. Su cremosidad envolvente y el equilibrio entre la untuosidad del queso y la delicadeza de la langosta lograron un bocado verdaderamente memorable. De hecho, me sorprendió gratamente, superando incluso a la langosta al ajillo.
En cuanto a la langosta al ajillo, si bien la textura del marisco era correcta, el sabor del ajo dejó algo que desear. Daba la impresión de haber sido extraído de un frasco o, quizás, se quemó ligeramente al freírse, lo que resultó en un amargor que opacaba el conjunto.
Las croquetas de cangrejo presentaban una fritura adecuada y una textura agradable, pero el relleno carecía de ese golpe de sabor que podría haberlas elevado a otro nivel.
Para cerrar la velada, pedimos un fish chowder, y fue un acierto absoluto. Su caldo, con una marcada influencia de la parihuela peruana, rebosaba de intensidad y matices caribeños, logrando un balance perfecto entre el sabor del mar y los condimentos utilizados.
En definitiva, una experiencia gastronómica interesante, con algunos aciertos destacados y ciertos aspectos que podrían mejorar para alcanzar la excelencia.
