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Comenzare por el ambiente y concepto del restaurante, es muy acogedor, acorde a su nombre con ventanales amplios y mucha luz asemejando un invernadero o vivero, pude observar que en la parte exterior hay mesas al aire libre. La atención fue buena, sin embargo para el tamaño del local y la afluencia del mismo, el mesero debe estar un poco más pendiente, pero fue muy amable y esto ya le da un valor importante. La comida nos encanto, pedimos diferentes entradas, para mi, mi favorita fue el tartar de atún, ya que estoy muy familiarizada con el mismo, puedo colocarlo como uno de los mejores que he comido en Panamá, otras de las entradas fue la sopa de tomate con queso bufala, estaba muy rica con su sabor ácido predominante y el queso bufala le daba el equilibrio, luego la entrada de calamares fue muy interesante con un tono de picante fuerte para resaltar los sabores, con un toque mediterráneo. Los platos fuertes mi favorito fue la lasagna de berenjenas con platano maduro, le agregaron unos toques de pesto en la decoración al plato, el cual mezclado con la comida exaltaba los sabores al paladar, otro plato fuerte fue los ravioles de cerdo con platano, este a diferencia del primer plato viene con una salsa muy sutil que va perfecto con los raviolis, también se pidió el lomo, el cual creo se paso un poco de cocción y como la papas son un poco secas el plato estuvo un poco desbalanceado para mi gusto pero con muy buen sabor. Por el ultimo pedimos un cheesecake de limón, el cual fue lo único que nos decepciono, ya que la cobertura era de limón y no se apreciaba mucho, la base del cheesecake que debe ser la parte crocante del postre no estaba crocante, sinceramente esperaba mas del postre. Es un lugar recomendado para familias, amigos o en pareja, es muy tranquilo para pasar una comida amena.
