Nos lo habían recomendado mucho, pero desafortunadamente no cumplió nuestras expectativas. Se especializan en desayunos, pero cuando estuvimos ahí no tenían más que dos sabores de jugo, se les acabaron las tostadas francesas, y los pancakes de guineo y waffles de choco chip que terminamos pidiendo (a falta de lo que verdaderamente queríamos) estuvieron muy desabridos, la masa era insípida y ni con sirope se salvaban. Lo inaudito es que nos tocó sentarnos en una mesa junto a un librero donde exhiben con orgullo el título del Culinary Institute of America de la chef y dueña, pero dudo que ella misma aprobaría la calidad de los platillos que nos sirvieron, y que al cliente le digan que “ya no les quedan” varios platillos. Lamentable su control de inventarios y el sazón de la cocina, porque el lugar tiene un ambiente muy acogedor.
