La comida es muy sabrosa y la carne de las hamburguesas es de excelente calidad. Lamentablemente, el servicio en este local es todo lo contrario, especialmente en su “Drive Thru”. Pasó prácticamente media hora desde que hicimos el pedido hasta que nos entregaron las bebidas (porque la comida aún no estaba lista) y salimos muy molestos, porque este sitio de “fast food” tiene todo, menos agilidad en la atención. Claramente está corto de personal, pues el joven que toma los pedidos a los automóviles es el mismo que los surte y al mismo tiempo, atiende pedidos en el mostrador. un desastre de servicio, lo cual es una pena… porque sus hamburguesas son deliciosas.

El menú es bueno y siempre ofrece algo para todos los gustos. Sin embargo, el servicio deja MUCHO que desear. Pasaron casi 15 minutos desde que nos sentamos para que se acercara un mesero, y eso porque estuvimos pidiéndolo con insistencia. Del momento de ordenar a cuando llegó el primer plato de comida a la mesa, otros 25 minutos. Demasiado lentos para un lugar de este nivel de precios.

Definitivamente las mejores pizzas de la ciudad. Es un restaurante familiar y clásico, con un servicio muy ágil y amable, pero a veces, por atender las órdenes tan rápidamente se les van algunos detalles en la presentación de los platillos. Por ejemplo, uno de nuestros cappuccinos tenía adentro la tapa del TetraPak de leche. También deberían buscar cambiar la manera en que despachan los pedidos de delivery, porque todos los repartidores se acumulan en la puerta principal esperando sus pedidos, y no dejan espacio en la entrada para los comensales que están esperando se les de una mesa.

Nos lo habían recomendado mucho, pero desafortunadamente no cumplió nuestras expectativas. Se especializan en desayunos, pero cuando estuvimos ahí no tenían más que dos sabores de jugo, se les acabaron las tostadas francesas, y los pancakes de guineo y waffles de choco chip que terminamos pidiendo (a falta de lo que verdaderamente queríamos) estuvieron muy desabridos, la masa era insípida y ni con sirope se salvaban. Lo inaudito es que nos tocó sentarnos en una mesa junto a un librero donde exhiben con orgullo el título del Culinary Institute of America de la chef y dueña, pero dudo que ella misma aprobaría la calidad de los platillos que nos sirvieron, y que al cliente le digan que “ya no les quedan” varios platillos. Lamentable su control de inventarios y el sazón de la cocina, porque el lugar tiene un ambiente muy acogedor.

Lamentablemente nos fue muy mal, porque el día que fuimos, no tenían salmón, camarón, carne o mariscos; sólo había pollo, atún y cangrejo, lo cual eliminó de su menú más de la mitad de sus platillos. Es muy desafortunado que no cuiden mejor su manejo de inventarios, pues es un buen restaurante y se solía comer bastante bien. Ojalá no lo descuiden y tomen cartas en el asunto.