Desde que llegas, te reciben con un popcorn por la casa mientras vas viendo el menú. El ambiente es bastante agradable y el que la cocina sea abierta, es un plus. Pedimos el Aperol Spritz y limoncello Spritz, nos terminó gustando más el Clásico de aperol. De entrada pedimos una burrata la cual estaba bien, no me llamo la atención que el prosciutto fuese tostado (a lo personal) se convierte en un bacon por así decirlo, fuera de eso, estaba bien. La pizza estaba rica, sin embargo le faltó un poco más de sabor y el aceite de trufa se sentía muy muy a lo lejos, no tenía ese aroma que lo caracteriza. En cuanto al postre, creo que de todo, fue lo que no sumó puntos y no nos gustó, el caramelo llegó al punto de quemarse, esto convirtió el sabor del postre en algo amargo. De resto todo bien en cuanto a la atención
