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Este restaurante no defrauda, y ha mantenido su calidad por años. El pan está muy bueno y entiendo que lo hacen allí mismo. Pedimos de entrada para compartir unas arañitas que vinieron crocantes, deliciosas y pedimos limón y la salsa tártara para aderezarlas. Mi plato fuerte fue un rissotto negro, que estuvo delicioso, con muchos mariscos, hasta un mejillón traía. Abundante la comida. Una de mis amigas pidió un plato de pasta que le satisfizo totalmente. La otra una sopa de lentejas, que tuvo que mandar a licuar, porque era un potaje, y cuando se lo trajeron, ni así lo pudo comer. Si ofrecen sopa, que sea sopa, no algo espeso. El vino, Sauvignon Blanc, muy bueno y compartirnos un postre, pie de limón, que no estuvo ni bueno ni malo, me fue totalmente indiferente. Como era domingo, algunas familias van con niños y éstos se portan mal y empiezan a corretear por el restaurante, lo que debe ser controlado. También vimos que la condensación de un aire acondicionado produjo una cascada de agua al lado de nuestra mesa. No nos afectó pero si es un daño del centro comercial, deberían tomarlo en cuenta y repararlo.
