Intimo

En general, no me gustó. El lugar: entre rústico y feo (paredes, ventanas y pisos mal mantenidos). El ambiente: espacio chico y cerrado, con música muy escandalosa para un restaurante y en hora de almuerzo (salsa dura a volumen muy alto). Nada que ver con un ambiente relajante/agradable que se esperaría para cualquier velada. La comida: el menú es reducido. Pedimos las almejas, el filete de pescado y el guacho de pulpo. Estban ok, para nada sobresalientes. Los precios: $24 un plato fuerte. Conclusión (como consumidor): mucho que mejorar!

Le hacen honor al nombre, al punto que no es fácil ubicarlo y es complicado el tema de estacionamientos no obstante, la oferta gastronómica es muy exclusiva y buena, lo que hace que el menú sea algo limitado, es decir, no ofrecen más de lo que pueden hacer con excelencia. El ambiente, algo ruidoso para mi gusto, el servicio excelente.

Ya entiendo porque está en el top de Latinoamérica, cada cosa en el menú es un explosión de sabores. No les puedo ni explicar es ese sabor del guachito de pulpo solo puedo decir: tienen que probarlo.

Menu para compartir, en un espacio super acogedor, con cocina abierta. Los platos son bastante creativos. Sus hojaldres, que acompañan algunos platos estaban deliciosos. De postre no se pueden perder pa torrija, que tiene una cubierta caramelizada, fuera de este mundo.

El ambiente es muy caliente para mi gusto. El A/C no es suficiente y es un poco molesto. La carta es pequeña y no muy variada, pero lo peor es que además, no había 2 cosas que quería pedir. Las porciones muy pequeñas. No hay carta de vinos, así que hay que preguntar qué tienen y su valor (annoying). El sabor del tartare de res, muy plano. La salsa de curry del mero no se sentía mucho. El atún y el guachito de pulpo, excelentes! En resumen, no volvería.