EL lugar es una casa pequeña remodelada para restaurante. Un poco intimidante al principio ya que queda en una calle con poco movimiento, sin embargo mantienen una persona de valet parking en la parte externa y la puerta cerrada y la abren solo a solicitud y previa vista. desde que llegamos fue un poco difícil ya que eramos más de 6 y no teníamos reserva, sin embargo nos acomodaron una mesa. Ordenamos de entrada la burrata con proscuitto y otro que estaban muy buenos. en cuanto a los platos fuertes, las pastas ordenadas muy ricas, no así las carnes que fueron cocinadas como querían y no lo pedido ya que algunas muy crudas, el plato de scalopina de ternera no gustó para nada. No tienen carta de vino y hay que levantarse a ver físicamente a ver las botellas que tienen en existencia en la entrada del restaurante con algo de calor por el área. Nos ofrecieron buenos postres que gustaron. La atención es bastante mediocre, aun de parte del dueño. Es importante entender que el cliente es quien paga. En fin, toda la comida bastante costosa para lo que es y la calidad que sirven.
