Il Tulá (San Francisco)

Un restaurante pequeño, con pocas mesas y un ambiente casero. Atendido por su propio dueño quien se encarga de hacer las recomendaciones según lo que desees comer. Platos frescos y exquisitos con una extraordinaria combinación de sabores. Súper recomendados los tortelines de ternera con salsa de pistacho

Ambiente sencillo muy acojedor.Exelente recibimiento.No hay menu impreso,el propio chef Valerio va a la mesa y ofrece las opciones,las cuales son bastantes.Fuimos 3 ,a todos nos encanto.Yo pedi y unos torteloni rellenos de calabaza una delicia al paladar con una texrura perfecta.Mi esposo pidio cordero con champiñones,le encanto,el otro plato fue pasta con almejas.Espectacular sabor.Se los recomiendo.

Muy buena comida italiana. El restaurante no es barato pero vale cada dolar. La comida estaba exquisita. Pedimos de entrada una burrata con prosciutto y de plata fuerte unos tortellinis rellenos de ternera y una pasta a la crema flamida con cognac. Full recomendado, el dueño es un italiano muy buena gente que atiende personalmente.

Fui con mi esposa y hijos y la verdad que salimos totalmente decepcionados. Tenía muy buena expectativa de este restaurante pero infelizmente ni el servicio, ni la comida estuvieron buenos. Cuando fuimos el restaurante estaba vacío, creo que habían solo 4 mesas ocupadas y aún así demoraron increíblemente 1 hora en servirnos la comida. Mis hijos son fanáticos del Espagueti bolognesa y por primera vez no han querido comer de lo simple q estaba. Dejaron un 80% del plato cuando normalmente se chupan los dedos. Yo pedí la pasta con centollo esperando una experiencia gastronómica y la verdad es que fue una experiencia totalmente olvidable. No solo estaba super simple como que había que rebuscar para encontrar un pedazo de centollo en el medio de la pasta. La verdad es que toda la experiencia fue un desastre. No regresaré y no puedo recomendar ese restaurante por lo caro que cobran y lo simple q es su comida.

Ni el tamaño limitado del espacio dedicado a mesas y sillas podría definir la calidad del ambiente de este restaurante, ni tampoco nada referente a la modesta decoración de dicho espacio. Es un ambiente que recibe de mi parte la máxima apreciación porque el agrado que ocasiona en mi trasciende la inmediatez sensorial de las medidas físicas y de las referencias estilísticas. El ambiente es elevado porque el comensal se siente bien frente al esmero del servicio en mesa y a la sabrosura de la comida. Y sobre todo por la presencia sistemática del propietario, el gran amigo Valerio Brunetti, un italiano de verdad, en alma, vida y corazón. Como siempre me sucede cuando me acompaña mi hija a comer y beber a un restaurante de prestigio, como es el caso en esta ocasión, mis palabras y mis elogios no alcanzan la intensidad del gusto y la emoción que viví durante el evento. Y es que Valerio entrega en cada plato toda la esencia de su amor por su trabajo artesanal y por su arraigo a los productos de la tierra, ya sean de nuestra tierra panameña o de su tierra italiana. La pasamos muy bien, amigo Valerio. Gracias.