Si buscas un lugar acogedor con buena música para tomarte un café o te acompañado de un dulce casero, Dodo es el lugar. Ubicado frente a la Plaza de Francia y con música francesa de fondo, te hace sentir "casi" como si entraras a un café parisino en la tarde.
Platos recomendados
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Precio por persona de: Entrada + Plato principal + bebida SIN ALCOHOL
Precio = Entrada + PLato principal + Bebida
Excelente mala imitación de un café parisino mal atendido por gente que no conoce los alimentos por ejemplo pedí un frozen dulce al final del desayuno para borrarme el sabor del jugo de naranja que lucia como agua con hielo sabor naranja y me sugirieron un frozen de tomate de arbol supuestamente dulce y eso cerro mi mal sabor del desayuno
El ambiente es antiche y romántico y con el toque perfecto de comida sana, sabrosa y delicada al paladar. Te super relajantes y decoracion que hacen de dodó una experiencia en otro lugar y otra época. Perfecto para desconectarse!
En pocas palabras, es un rinconcito escondido en el casco el cual es una super grata sorpresa, parece esos cafés parisinos super escondidos, la atención muy buena, la chica hizo muy buenas recomendaciones. Lastimosamente no había sopa se acababa de terminar, pero no importó pedimos dos emparedados uno crapesse con unos ingredientes excelentes y super frescos y un dodo club creo que se llama q es de pollo con chorizo cantimpalo y mezclum de lechugas en pan multigrano, que espectáculo de emparedados, de postre el pie de limón que estaba rico pero algo empalagoso, los jugos venían sin azúcar cosa que me parece excelente, tengo que volver un domingo a probar el brunch
Hay que ser bastante curioso para dar con el lugar sin ser invitado. Desde fuera recuerda a los sótanos londinenses, sin serlo. Entonces entro. Enseguida, Elena me da los buenos días y me anima a seguir. Suena a volumen justo JazzRadio. -Hoy tenemos para ofrecerle bufé, tome asiento donde guste, bienvenido. Miro alrededor y elijo el rincón izquierdo. Me apodero de una silla de madera oscura, acompañada de una almohadilla color carmín lo suficientemente cómoda como para escuchar todo el Duets & Duets II. Que, por cierto, va bien con el piso de ajedréz y las lámparas blancas de apariencia industrial. Un par de flores frescas reposan sobre una carpeta blanca impecable. Jugo de naranja del día, para empezar. Me levanto y doy la ronda: vajilla semirectangular blanca, fruta picada seleccionada, huevos revueltos en su punto, quesos, embutidos, panes, panqueques y una mermelada que parece Bonne Maman de fresa. Pasada media hora pido un café con leche deslactosada. Sin titubear, Elena lo trae a la mesa mientras sonríe. Soplo y lo pruebo. Dudo qué me gusta más, si lo primero o lo segundo. En la mesa contigua hay dos señoras, cuhichean. Decidido, pido media porción de su tema de conversación. Dos medias tortas, una de manzana y avena, y la otra de frutas. La primera cucharada de la de avena salda la cuenta. Un último sorvo de café. Doy las gracias, pregunto su nombre, una vez más, sólo para que sonría mientras lo dice y me retiro. PD. Un conejo trae la cuenta.
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