Un rincón paradisíaco con sabores memorables y atención estelar. Este restaurante nos conquistó desde el primer instante con su increíble ambiente. La bella vista al mar y el arrullo de las olas crearon una atmósfera mágica para nuestra comida. Éramos cinco y cada plato fue un acierto: desde las originales arepas de pulpo, pasando por el sustancioso sándwich de milanesa de ternera, hasta el sublime mahi mahi con ñoquis de yuca y el reconfortante pollo con vegetales. Todo acompañado de cervezas bien frías y un negroni perfecto. Sin embargo, la joya de la corona fue la excepcional atención que recibimos, especialmente de Irma. Su calidez y profesionalismo hicieron que nuestra experiencia fuera aún más especial. Además, el delicioso cake de cumpleaños de cortesía fue un detalle encantador. ¡Un lugar altamente recomendable para disfrutar de una comida deliciosa con vistas espectaculares y un servicio inigualable!
