Tuve la oportunidad de ir hace poco a cenar y salí positivamente impresionada.
El lugar no es lujoso pero esta dignamente arreglado.
La atención en muy buena, a pesar de que llegamos a una hora bastante avanzada de la noche, me impresionó que los meseros no nos recibieran con cara de...."apúrese estamos cansados y queremos irnos pronto", como es tan frecuente en muchos restaurantes de la capital.
Los mariscos son su especialidad, de entrada las arañitas de calamar, frescas con una muy buena salsa tártara, empanizadas pero no tan grasosas.
De plato fuerte los langostinos al ajillo me impresionaron. Los presentaron en un plato solo y en un plato aparte la guarnición. Así que el plato tenía una muy buena cantidad de langostinos, perfectamente cocidos, frescos y deliciosos.
El pulpo a la marinera, delicioso, en su punto con una salsa de tomate natural y toda clase de mariscos. Repito que las cantidades no dejan nada que desear.
Aunque no soy amante de la sangría, la que pedimos obtuvo la aprobación de los comensales que la probaron.
El capuccino, de máquina, muy bueno, no deja nada que desear.
El postre un flan de queso que estuvo suave, y realmente delicioso. Hubiera repetido el postre.
La relación cantidad-calidad-precio, excelente. Seguramente volveré.
