Es un grato ambiente de techos altos y colores vibrantes. Fuimos un lunes pero igual estaba lleno. La atención fue cordial y rápida. Los precios son solidarios como los de cualquier franquicia de sushi. Pedimos un té a base de albahaca que esta muy rico y diferente. Las gyozas estaban bien y en lo personal pedí un plato a base de pasta de fideos de arroz pero más bien la pasta parecía de trigo. Tenía mariscos y vegetales. Aunque el plato era grande y muy generoso, el sabor es común. Es un buen restaurante de cocina fusión vietnamita, japonesa y china pero de tipo fasta food llevada a un ambiente de restaurante. Esta primera vez no pedimos rollos pero volveré para solicitarlos. Volvería por el ambiente, los precios solidarios y para comer "normal" sin expectativas de sabores que me sorprendan. Pero si lo recomiendo.

Conozco el lugar desde su inauguración y al dueño que es un encantador ser humano, respetuoso y amante de Panamá. No es un restaurante. Es más una cafetería con desayunos y algunas opciones de almuerzo de origen venezolano. El dueño está siempre y el personal es panameño. Beatriz una panameña encantadora y sonriente... es un tesoro de persona siempre amable. Recomiendo los cachitos de jamón y queso crema y las cachapas con quesos típicos de Venezuela. Los cachitos son unos pancitos rellenos deliciosos para comer con un buen café con leche y las cachapas son unas tradicionales tortas de maiz dulce que hacen un excelente contraste con el queso blanco salado. El lugar es chico y los fines de semana colapsa. No es un antojo del dueño que escogió un lugar chico. El empezó allí cuando el mercado era pequeño y como todos sabemos muy bien, Panamá creció y todos los lugares se quedaron chicos, las calles, los parques, los supermercados y hasta sacar cita con los médicos. Y sí es incómodo, pero vale la pena conocer y probar. Lo mejor es comprar para llevar o ir un día de semana. Por cierto implementaron el delivery lo cual fue una decisión necesaria e inteligente.

Soy cliente frecuente de Leños y Carbón. Es uno de mis lugares favoritos para comer sano y con excelente relación precio-valor. Su nuevo local en Multiplaza ahora estilo buffet me conquistó. Por un poco más en el precio se puede optar por tomar un sancocho y los acompañantes o guarniciones que entren en el plato que ellos te dan. El servicio es variante. Hay días buenos, otros regulares. Va a depender de la cantidad de personas y de quien te atienda. Siempre opto por la punta palomilla, nunca me decepciona. He probado un pescado que no recuerdo si es corvina con una salsa de camarones que está bastante bien. La parrillada estilo argentina es generosa. Sus jugos son buenos pero muy dulces, también varía de día a día. Es un lugar intermedio entre comida rápida y restaurante, aunque el nuevo local en Multilplaza le confiere mayor carácter de lo último. He comido en Albrook 3 veces y el servicio es lentísimo y no siento que le pongan el mismo cariño. He comido en el de Multicentro y también ha sido acorde a Multiplaza.

Fuimos a Fratelli básicamente porque nos atrajo desde la calle la imagen del lugar. Pequeño y acogedor con mesitas afuera e íntimamente iluminado. Quisimos probar otro lugar de pizzas. Al entrar al lugar nos percatamos que era más pequeño pero seguía siendo acogedor siempre y cuando no se llenase mucho. La joven que nos atendió nos ubicó en una mesa para dos pequeña en una esquina. Tiene una propuesta de combinaciones distintas en cuanto a combinación de ingredientes. Esa noche básicamente se olvidaron un poco de nosotros y se concentraron en las mesas donde había más gente. La chica que nos atendió nos trajo la famosa focaccia que le tuvimos que recordar como cortesía que tanto indican en la página de degusta. Pedimos las pizzas que tienen un precio de 9 dólares promedio. Nos sorprendió la delgadez de la masa. Para ser honestos es como un wrap con ingredientes de pizza. Tanto el tamaño como el grosor es escaso. De sabor nada superlativo, aunque si le añaden suficiente queso como para justificar el precio que para el diámetro y grosor de la pizza es alto. Honestamente no es un lugar que volvería a menos que supiera que hicieran correctivo en el grosor de la masa.

Me encanta Steinbock más que todo por el ambiente. Es un pub alemán para pasarla bien con amigos o en pareja y comer lo más típico de Alemania: salchichas y cervezas. Todas las veces que voy nos han atendido bien, rápido y básicamente logra su cometido que es disfrutar de una pausa informal. Tienen otros platos además de salchichas, ensaladas de papa y chucrut como por ejemplo cordero.

Prácticamente conozco Ciao Bella Pizza desde su apertura. La mejor pizza (de las que he probado, ya que no las conozco todas). Mi preferida es la de hongos, me gusta lo sencillo pero también he probado casi todas y son deliciosas. Eliminaron la salsa de pesto que le agregaban a todas las pizzas recién sacadas del horno. Grave error. Ése era el sello personal de las pizzas y que las hacía superlativas. Crecieron y aunque las pizzas siguen siendo buenas ya no son excelentes como al principio. Las 3 últimas veces la experiencia en lo personal desmejoró. En una ocasión me la dieron quemada por debajo (era para retirar, así que me dí cuenta al llegar a casa y probarla). En otra ocasión la sentí desabrida (la salsa) y la última vez que pedí , la rúcula la había picado en trocitos lo que hizo que se "amargara" su sabor. Con honestidad siento que la calidad bajó y aumentó el precio. Por lo tanto mi frecuencia de compra también bajó. Los ravioli los probé y son deliciosos. Me gusta pedirlas para llevar. La atención en el local no me parece organizada a pesar de tener muchos mesoneros. Cuando está el dueño la cosa cambia, ya que el mismo es hospitalario y muy preocupado porque los comensales estén a gusto. Recomiendo el lugar de todas maneras porque es una buena pizza. Mi petición es que vuelva la salsa de pesto a las pizzas!!!

Fui por primera vez en estos días, dado que considero que tiene el mejor punto del Casco Viejo y la mejor vista. Mi deseo era llegar a la terraza tomar un trago y luego bajar a cenar. Seré objetiva. Las chichas que atienden son atentas. El ambiente es muy agradable con una vista espectacular a la Bahia de Panamá. Pedimos dos tragos (salen casi 9) llegaron en tiempos distintos y estaban regulares como "aguados". Pedimos una entrada de 17 dólares una causa de langostinos o langosta que consistía en 3 pequeñas croquetas con un tartar sobre ellas, muy ricas y muy minimalista. Sentí algo de presión al final con la típica pregunta de "si deseaba algo más", la verdad deseaba pasar más tiempo en la terraza, pero este punto es subjetivo porque pudo ser mi percepción. Bajamos a cenar y el ambiente en el piso intermedio es muy lindo, acogedor, estilo oriental. En la mesa habían vasos para agua que nunca nos llenaron. Preguntamos y uno de los mesoneros nos dijo que no sirven agua de pluma sino embotellada. Le hice la observación que todas las mesas tenían agua y que si la vendían me la podían ofrecer de todas maneras. Pedí una perrier. De plato principal pedimos un atún blanco sobre risotto de langostinos en leche de coco y curry y un pargo al horno. Llegaron dentro del tiempo prudencial. Me sorprendió que mi plato no tenía risotto (teniendo en cuenta que "riso" significa arroz en italiano). Era un trozo de atún blanco mediano a pequeño sobre una especie de salsa o reducción de leche de coco con trocitos pequeñitos de langostinos y un toque muy suave de curry. En ése momento recordé que en la carta las "guarniciones" las ofrecen por separado. Igualmente el plato de mi esposo era un trozo de pargo sobre una salsa y sobre el mismo tenía como un troceado en forma de tiritas de rábanos. Los sabores eran diferentes, reconozco que estaban deliciosos. Mi atún estaba perfectamente en su punto. Sellado con un agradable dorado y en un punto de cocción que era un par de puntos más arriba de crudo. Es decir ni crudo ni muy cocido, me agradó. El de mi esposo también estaba muy rico. El joven que nos atendió en nuestra velada fue atento y estuvo pendiente de nosotros todo el tiempo con una sonrisa y buena actitud (no fue el mismo que me respondió lo del agua). Hubo música de arpa lo cual me encantó. La cuenta fue por 95 dólares (incluyó los dos tragos de 9 cada uno, la entrada de 17, Nuestros platos de aproxi 25 cada uno, una copa de vino blanco, 1 limonada y agua embotellada con gas Perrier). No consumimos postre. Comentarios finales: es un restaurante que apunta a precios altos para una propuesta de porciones "francesas". Es cocina de autor enmarcada en un ambiente privilegiado. Se ofrece una imagen de elegancia pero debo decir que hay detalles en el servicio. El agua es un tema de etiqueta. No es un lugar para saciar el apetito sino más bien degustar sabores que si bien son diferentes tampoco son superlativos. Repetiría la visita pero no pediría tragos preparados, tomaría agua embotellada en vez de vino y solicitaría el plato principal con guarnición y pediría el famoso fondant de chocolate.