Visitar Tommasino fue una experiencia culinaria excepcional. La atmósfera acogedora y el servicio atento complementaron a la perfección una cena memorable. Comenzamos con entradas que destacaron por su frescura y calidad un pulpo al grill en su punto exacto de cocción y una burratina caprese, donde la cremosidad del queso se equilibraba con tomates frescos y un delicado glaseado balsámico. De plato fuerte, el Linguini al Tommasino fue una verdadera revelación, con camarones jugosos, hierbabuena y un toque cítrico que realzaba cada bocado. Mi acompañante disfrutó de un clásico spaghetti a la carbonara, logrando una textura y sabor auténticos. Para cerrar, el tiramisu de pistacho fue simplemente exquisito, con una cremosidad perfecta y un sabor sutil pero adictivo. Todo esto, maridado con un elegante vino Barolo, hizo de la velada una experiencia inolvidable. Tommasino es, sin duda, un destino obligado para los amantes de la auténtica cocina italiana.