Tenía tiempo de no ir al Hard Rock Cafe, no desde que lo habían remodelado. El ambiente no me pareció nada especial, y de hecho a todos nos llamó la atención que habían quitado la Guitarra del cielo que estuvo ahí por tanto tiempo. La comida es consistentemente buena y el servicio también, aunque los bailes y coreografías, que añaden a la experiencia, tienden a desmejorar el servicio. Mi única mala impresión fue el tamaño de las bebidas alcohólicas, si van a cobrar bien por un trago, que sea un trago decente y que no venga en un vasito de soda. Por lo demás, muy recomendado por su consistencia, ambiente y servicio.

Hay que reconocer que es una opción muy saludable para salir a comer, sin embargo a la comida le falta sabor. Los platos que probamos, croqueta de quinoa, tuna tartar, y las dos hamburguesas vegetarianas del menu estaban desabridas.

Muy buena experiencia, comida buena y servicio excelente. El único negativo fue la circulación en el estacionamiento y la falta de Valet.

Si bien este restaurante es muy bueno y tiene una trayectoria que no se puede cuestionar, me parece que está un poco sobre estimado en cuanto a la comida en sí. El ambiente es bueno aunque la acústica del lugar es pobre y si hay mucha gente el sonido se convierte ensordecedor. El servicio es excelente y los servidores son altamente conocedores del menú y de los platos que se ofrecen. El pan con tomate y queso no me pareció nada especial, al igual que los camarones con aguacate, que fue una recomendación del mesero (no estaba en el menú) y resulta que costaba $20. La porción incluía unos cuantos camarones (ni siquiera langostinos) cortados longitudinalmente por la mitad y la verdad no guardaba relación alguna con el precio cobrado. Me llevé muy mala impresión porque en el menú ninguno de los aperitivos costaba ni cerca de esto, y al no estar en el menú lo considero como una práctica no muy leal para con el cliente. Comí la lasagna de chorizo que estaba muy buena, al igual que un helado de Chocolate con Almendras y Amareto.

No parece mucho desde afuera, principalmente por su incomodo estacionamiento, razón principal por la cual me tomó tanto tiempo probar este restaurante. No obstante, cuando uno entra, el ambiente es bastante bueno y sorprende el tamaño del restaurante. Los aires acondicionados tipo split no parecen tener la capacidad para un restaurante de este tamaño, especialmente en una noche en que está lleno a capacidad. Sin embargo, todo lo que se pida en el menú va a estar bueno. La comida es excelente, pero el servicio deja un poco que desear. La comida demoró en llegar y la atención fue un poco desinteresada por parte de los meseros.

Makoto fue una agradable sorpresa, ya que no es lo que típicamente se espera de un restaurante Japonés. Todos los platos son muy originales con sabores exóticos. Todos los ingredientes son importados de USA y Japon por lo que la calidad es consistente. La atención es buena y el ambiente también. La terraza tiene muy buen ambiente, aunque durante el día el brillo del sol hace que se ponga algo incómoda. Algunos de los platos memorables son el Rock Shrimp Tempura y los Brussels Sprouts. Tienen buena variedad de Sushi y arroces. Recomiendo pedir varias entradas para la mesa y compartir, no es necesario pedir plato fuerte.

Muy bien impresionado con este restaurante. Desde que uno entra al restaurante se lleva una muy buena impresión, el personal es muy agradable, la decoración excelente, la cocina a la vista impecable. Todo el staff está muy bien entrenado y uniformado, buenos modales y atentos. La atención fue de maravilla y la comida ni se diga. Todo lo que pedimos estuvo excelente. La pizza de tuna fue un hit, así como el risotto de langosta.

LA DECEPCION DEL 2013.....Toda la propaganda y mercadeo rodeando este restaurante lo haría pensar a uno que lo que lo espera es algo verdaderamente especial. Bueno, la verdad sí fue especial, pero no en el buen sentido de la palabra. Eramos una mesa de nueve personas donde había un niño de 5 años y una persona en una silla de rueda. No voy ni a entrar a criticar el hecho que ni un atleta olímpico podría subir por la rampa de acceso que tienen para el restaurante (por lo menos hicieron el intento) ni el hecho que no hay un menú para niños para obligar a los clientes a comprar un plato de $20 para desperdiciar la mitad. Esto se podría ignorar si el resto de la experiencia, llámese comida y servicio hubieran sido Tolerables. El servicio deja mucho que desear, no porque no sean amables los saloneros (porque sí lo son), es simplemente una falta generalizada de atención al detalle, a la necesidad del cliente, si falta agua en la mesa, si se desea algo, recoger los platos sucios, sin mencionar la interminable espera para que traigan una bebida o la comida. Finalmente, la comida, proposito principal de la visita, fue probablemente la peor que he comido en varios años. Mucho había escuchado de la hamburguesa, sin embargo la que comí parecía que la carne hubiera sido sancochada y aunque se dejaba comer, fue una decepción total en términos de sabor, cantidad y calidad. La ensalada que pidió mi mujer puede ser el chiste cruel del año. Lechuga de tercera calidad, con un aderezo aguado de Blue Cheese (ni siquiera un pedacito del queso de verdad) de esos que sirven en Decameron, y con pedacitos de Bacon Bits de esos disecados artificiales que saben a cartón. Ni hablar del pan salado que sirvieron que te deja tomando agua por dos días. Por último, la gran despedida con el postre. Emocionados pedimos el Chocolate Trufant para ver si salvábamos algo de esta terrible experiencia. Para nuestra sorpresa lo que llegó fue una masa insípida de chocolate totalmente harinosa que al cortarla brillaba por su ausencia el chocolate que debe derramar al plato. Para ilustrar mi punto, no recuerdo que en mi vida adulta haya dejado un postre en un restaurante. Me comí un bocado y dejé el resto, así de malo estaba. Quizás este relato parezca algo brusco, pero la verdad me llena de ira cuando un restaurante cobra precios premium y lo que ofrece es muy por debajo de ello. Se siente un burlado. Por su puesto que ni aunque me secuestre la guerrilla y me guarden de rehén en este restaurante comería ahí de nuevo. En mi humilde opinión este restaurante es puro Hype y producto de una buena campaña de mercadeo.