Tenia ganas de conocer el sitio, pero siempre tenia reticencias. Finalmente fuimos a cenar y se disiparon las dudas. El sitio muy agradable y montado con estilo, vajilla, cuberteria, manteles (de tela) todo perfecto. La atencion exquisita, atentos sin agobiar y prestos a cualquier indicacion y recomendando con criterio. Pasemos a la comida, carta justa sin excesos pero con alternativas. Tomamos de entrantes calamares encebollados, recomendados por el mesero al no haber los rellenos que era primera opción, racion abundante y muy bien cocinado. Ceviche de corvina al momento, secun el comensal un poco pasado de acidez, pero eso va en gustos. De plato fuerte fueron pescado, una corvina con almejas y langostinos muy sabrosa y mero con vieiras tambien exquisito. Asi que todo un acierto y larga sobremesa con su extensa carta de rones.

Todo rico y el servicio muy atento como siempre. Apuesta segura. Probar el taco de panza rico rico y las carnitas exquisitas.

Fui recomendado por un amigo y aprovechando la buena oferta de degusta. El local es muy normal, nada especial y desde luego sin ese encanto especial de un restaurante italiano donde tener una velada acogedora. La comida tampoco fue excepcional, o no supimos elegir los platos adecuados; una pizza cuatro estaciónes de lo más corriente y la pasta bien pero tampoco nada excepcional. El servicio atentisimos en todo momento. ¿Volveremos? No creo, hay otras opciones de italianos por explorar.

Nunca defraudan las aportaciones con las que nos regala el chef. Los huevos con trufa y tierra de morcilla deliciosos, las croquetas de jamón suaves y cremosas y en su punto de fritura y el postre helado de jengibre con yogurt griego y maracuya simplemente espectacular. Volveremos pronto a probar ese arroz con conejo sin mariscos (excelente propuesta para alérgicos al camarón)

Es un sitio diferente a lo habitual que se ofrece en el casco viejo. Se sale del formalismo de un restaurante tradicional. Las mesas no existen, son mostradores altos corridos una forma distinta de cenar. Múltiples variedades de cervezas que el mesero explica con gran profusión de detalles y donde es difícil elegir si no tienes muy educado el paladar cervecero. La carta es excasa pero suficiente si sabes a qué vas. Lo mejillones muy ricos y también elaborados de forma distinta a las "ortodoxas", la bola de carne fue lo que menos me entusiasmo, demasiado simple. La hamburguesa deliciosa en su punto y con los aditamentos suficientes. El postre, solo hay uno, fue una agradable sorpresa rica rica. Volveremos sin duda cuando queramos tomar algo distinto.

Sitio muy agradable para una cena en pareja. La atención extraordinaria, siempre atentos pero sin resultar agobiante. Vamos a los platos. De entrada pedimos el ceviche de camaron y su presentación difiere mucho del clásico. Abiertos en mariposa y con una textura fresca y muy agradable al paladar. El pulpo a la brasa estaba ligeramente pasado de cocción pero con sabor rico. Principales, un bacalao en su punto de desalado y excelente el punto de coccion con una salsa de piquillo muy rica. El pollo confitado un poco seco pero igualmente muy rica la salsa. De postre pedimos queso idiazabal con membrillo, aunque en la carta estaba como entrante nos gusta como fin de comida, el queso bien sin más y el membrillo un poco excaso. Quizá la relación calidad precio está un poco elevado pero compensa el ambiente y la atención.

Repetimos visita buscando esta vez el cocido. Parecerá una locura a 30 grados meterse un cocido ente pecho y espalda, pero la morriña hace mucho. Para quien no conozca este plato se trata se trata de un guiso de distintas carnes y verduras cuyo caldo resultante se sirve con fideos cocidos en el mismo caldo y acompañados por separado con las verduras (puerro, repollo, patata y zanahoria y garbanzos) y las carnes (pollo, morcillo, chorizo, tocinos, etc). Un plato potente y contundente. Lo principal, estaba buenísimo. El trato excepcional tanto de los camareros (meseros), como la recepción y Juanjo, el chef, siempre atento a sus comensales. Volveremos a por otro seguro

El problema de ir con expectativas altas es que casi nunca se cumplen. Recomendado por un natural de mejico esperábamos algo más. La carta es un poco escasa, comparada con otros sitios parecidos, básicamente son tacos exclusivamente, aunque el nombre lo dice claramente "taqueria", así que el error es más nuestro que del restaurante. Los tacos ricos todos, preferible el pollo pistolero y uno de cerdo crocante. El guacamole con to topos muy normal. El servicio o la camarera que nos atendió estaba un poco despistada pero muy amable. El lugar muy agradable en el patio hasta que llovió, esto es Panamá... Para repetir? Quizá no, hay para explorar otros lugares y alguno ya conocido como mejor opción

Ya lo conocía en ambiente nocturno y ahora a la luz del día cambia bastante la percepcion. Volveré pero de noche. Probamos los ravilois rellenos de langosta, ración escasa avisados previamente por el servicio que fue muy profesional, y no nos pareció algo especial para el precio de carta. La chuleta de cerdo un poco seca, pero creo que es un problema de la materia prima, ya que en todos los sitios donde lo hemos tomado el cerdo tiene siempre esa textura. Los espaguetis scoglio con mariscos una apuesta segura exquisitos como siempre. De entrada la burrata, de las mejores que hemos probado. ¿Volveremos? Sí, pero a cenar.

Lo descubrí por causalidad una urgencia gastronómica de necesidad de comer donde sea y el destino te regala un sitio como este. No tiene grandes pretensiones, ni las necesita, mobiliario sencillo, decoración normal, pero prefiero comer bien que estar cómodo sentado mirando cuadros bonitos. El servicio excelente, cocina a la vista donde no hay que ocultar, los platos ricos y aún no siendo experto en comida mejicana lo que se es que todo lo que pido me gusta. Además precios más que razonables. No será el siento donde invitar a tu jefe y su esposa o para una declaración de amor, pero desde luego si donde ir con tu pareja, tu familia o tus amigos. Lo disfrutaran