Este restaurante es una excelente opción en la gama de restaurantes internacionales en Panamá. A pesar de haber abierto pocas semanas antes de la crisis, este restaurante se ha mantenido abierto para llevar comido o para entregas. Para entradas, ordenamos Samosa Chat (empanadas hindúes con un relleno de papas y arvejas, cubiertos con una salsa de garbanzos) y Fish Fingers (deditos de corvina). Los dos llegaron calientes y con excelente sabor. De platos fuertes el Saagwala Paneer (espinaca cremosa con pedazos de queso paneer) era la estrella. Super cremosa y rica. Los otros platos fuertes, Tandori Murg (pollo cocido en el horno tandor), Mutton Maharaja (cordero en salsa sabrosa a base de tomate) y Murg Madras (pollo en salsa de curry) eran deliciosos también. Para acompañar los platos fuertes, ordenamos el excelente zefrani rice (arroz con vegetales y azafrán). El postre de Kulfi de pistacho (helado de pistachio) y el lassi de mango (bebida hecha de mango y yogur) servieron para refrescar el paladar.

Es un restaurante al aire libre al segundo nivel de un local que tiene varios restaurantes en el primer nivel. Ordenamos dumplings de camarón, camarones a la diabla, pulpo, patacones, papas fritas, berenjena asada, y unos platos más. La comida era buena, nada espectacular, pero de buena calidad. La meseras eran atentas, pero la comida demoró mucho tiempo en salir de la cocina. Para tragos, ordenamos un gin & tonic con naranja y sangría. Eran buenos todos. Valió la pena visitar una vez, pero no creo que repetiría.

Cuando uno piensa en la comida mexicana hay unos pocos ingedientes que sobresalen: limón, chile, aguacate y tortilla de maís. ¿Cómo es posible que este restaurante funciona sin aguacate para guacamole y sin tortilla frescas de maís? Tampoco tenían corvina, que tres de los comensales habían pedido. ¡Hay un supermercado al lado del restaurante! Podrían haber ido a comprarlo. Y no nos dijeron hasta diez minutos después de haber puesto la orden que no habían ni guacamole ni corvina--pecado terminal en un mesero que no conozca de antemano que no tiene el restaurante a la hora. El servicio era lento y sin conocimiento de las preparaciones. El ceviche de langostinos hecho con ketchup (pecado mortal en la comida mexicana). El pollo con mole tenía las pechugas de pollo tan sobrecocidas que se desbarataron al tocarlas y el mole sabía a moles que se venden en un frasco en el supermercado. El queso fundido era chicloso--una señal de usar un queso barato. Los totopos sabían a haber sido frito hace varios días y cuando pedimos nuevos, nos cobraron $2.50 por la orden nueva de totopos calientes y frescos. ¿Qué les costaría importar bolsas de masa harina de México para hacer las tortillas frescas? Los tragos eran fatales también. Sé que las opciones por comida mexicana en Panamá son pocas pero preferiría extrañar mucho a esa cocina extraordinaria que sufrir por otra comida en Agave Azul. Si un amigo me invitara a comer ahí y que él fuera a pagar, le diría, "No, gracias."