Es un restaurante tipo Fonda interiorana con gran cantidad de ambientes. Un gran rancho central y varios alrededor, limpios, ventilados (sin paredes), con mesas de madera y troncos de árbol con sus correspondientes sillas de cuero vacuno, gran cantidad de estacionamientos, que con frecuencias están todos llenos por la gran afluencia de comensales. El servicio puede mejorar sumándole más personal, porque puedes observar que el existente no se da abasto con todo lo que se hace. Y aún así están atentos a las peticiones y consultas que se generen. La fila para la atención, si bien impresiona extensa se moviliza rápido. La comida típica de nuestra campiña, me impresiona que han disminuido el uso de la sal, seguro que por cuidar nuestra salud. Las hojaldres y empanadas recién hechas y eso que ya era el medio día. La lechona y chorizo tableño exquisitos. Si les hace falta picante para uno agregarle a los alimentos, las empanadas de pollo con picante serian exquisitas. El chicheme se quedó corto, tiene mucho que lograr. Por supuesto que lo recomiendo, sólo recuerden no abusar de las frituras.

El solo llegar a Don Caimán, a mi me desestresa, el verdor, el sonido de la naturaleza, la fauna, la brisa contribuye a que sea así. Lo que si me estresó fueron los baches ya casi llegando. El edificio y el mobiliario requiere un poquito de mantenimiento, los años le están comenzando a pasar la factura. Para ser un lugar abierto y tan inmerso en la selva tropical no fui picado por insectos, ni llegue a verlos; excepto una avispa que pasó de largo. Recuerdo que el buffet era más abundante y surtido. Pero sigue siendo delicioso, sus ensaladas riquísimas y variadas, el sancocho excelente y los postres todos buenos, la mamayena y el pan de guineo quedaron empatados en el primer lugar. El servicio irregular. Una joven hizo de todo porque fuera una buena experiencia y otras tenían como una apatía o les dolía la cabeza. Es de esas situaciones en donde dar una buena propina parece injusto que sea compartida con el que hizo poco por ganársela. Lo recomiendo y regresaré.

Es una parrillada panameña en una amplia terraza de diferentes niveles en Vía Panamericana, con decoración campestre deportivo panameño style, observé que tienen una área privada. Atención cordial, atenta y rápida (En ese momento solo había 3 mesas ocupadas). Platos a precios razonables y en buenas porciones, me impresionaron recién preparados, patacones y yuca justo en su punto de crocancia externa y ternura interior, las carnes como recién salidas de la parrilla y un aderezo que igualmente me impresionó recién preparado y de buen gusto. Por su característica de diferentes niveles no es cómodo para comensales con discapacidades. En general sentí esa vibra de negocio emprendedor donde sus propietarios están en constante mejoría de la calidad. Espero no equivocarme. Me propongo regresar en el futuro.

Ya he escrito de Quesos Chela, sus sabores están ya impresos en mis papilas, en sus productos mantienen la excelencia, en atención continúan con sus caóticas filas, esta última vez que fui, había un extranjero formando trifulca al no entender el flujograma de la atención, varios lo estaban grabando, por allí lo veremos en las redes sociales. Para los frecuentes no es problema, mientras unos se distraían con el xenoshow a otros nos atendían sin ninguna dificultad y sin colarnos. El estacionamiento es abundante y bien señalizado, pero no lo respetan quienes lo frecuentan. Sugerencia: habiliten la atención por autorápido como los restaurantes de comida rápida.

Lugar informal, cómodo, donde adoptaron y adaptaron de los mejores similares de la cuidad de Panamá. Ambientación agradable y divertida, visiten los baños por lo menos a lavarse las manos, mantiene el estilo y lo desenfadado de su decoración. Importante es dogfriendly. Es un lugar abierto, pero se sentía algo del olor a aceite de frituras de la cocina, tendrán que revisar la salida de los extractores de aire de la cocina. Su menú sencillo y fácil de comprender y los platos muy bien presentados acordes al ambiente del lugar. La atención muy buena, atenta y rápida, pero se cumplió en mi caso la paradoja del tiempo, llegas de primero, ordenas primero y te sirven de último y el que llegó de último le sirven de primero. Los alimentos de buena calidad y experticia en su preparación, es mi parada obligatoria cuando estoy de visita.

Lo conozco desde pequeño y muy pocos cambios he observado en esta tradicional panadería, si buscas moñas de pan suave y dulzón, empanaditas, diferentes tipos de quesos, jugos naturales, chichas, chicheme y duros, estas en el lugar correcto. Su menú ha ido aumentando lentamente con el transcurso de los años, ahora tienen panes artesanales, empanadas de bacalao, queso y leche de cabra, pero no tienen carimañolas, ni ninguna fritura, no ha dejado de ser una panadería. Tampoco encontrarás mamallena, ¿Será porque venden todo el pan? Del servicio, no lo puedo defender, parece caótico y extrañamente avanza rápidamente, puede ser por la gran cantidad de dependientes. Haces fila en cualquiera, por así decirlo, diferentes secciones y pedir productos de las otras áreas, Por ejemplo si haces fila donde despachan el pan, puedes pedir allí chicheme, quesos o duros. El estacionamiento lo han señalizado para organizarlo mejor, pero los asistentes no las respetan, o mejor dicho, los turistas no lo respetan, parecen que no reconocen la señalización capireña, así que sigue siendo un semicaos. Mis favoritos el pan en moña, empanaditas de queso blanco y el duro de leche agria.

Este pintoresco restaurante tuve la oportunidad de visitarlo un viernes a las 3 pm. buscaba un lugar para almorzar. Y parecía que no había nadie y tras saludar al vacío, apareció una simpática joven con una gran sonrisa la cual nos atendió de lo más bien. Nos anuncio que el pescado del día era pargo entero y en filete. Los pedimos frito y los filetes al ajillo. Nos los trajeron frito, pero los filetes no eran pargo, no me crean pero a mi me pareció mero, salí ganando, me pareció bastante bueno. Y la atención fue rápida. Por lo que vi, en las noches hay música en vivo. Lo tendré pendiente para cenar.

Se llama Quesos Chela, pero es mas famoso por su pan, el cual es de masa blanca y suave, corteza dorada y ligeramente dulzón, como le encanta al panameño. Es parada obligada tanto de ida como de regreso del interior de nuestra república. Para los nuevos residentes de nuestro país, no dejen de hacer un alto en este lugar, no es un restaurante, es un puesto de venta, mezcla de panadería, refresquería y quesería, que te sirven para llevar. Justo a la derecha saliendo del poblado de Capira a la ida. Te recomiendo por supuesto el pan, las empanadas de queso, el chicheme, la resbaladera y el queso mozarella en cualquiera de sus variedades. Todo es certificado Kosher, con una excelente relación precio/calidad. Aclaración: realmente una empanada, bebida, una hogaza de pan y queso se invierte muy poco, pero el sistema no me permitió poner valores menores de 5 balboas.